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En el barrio virgitano de Benejí se encuentran los restos de lo que fueron unos Baños Árabes de los que se conserva la zona de baños fríos; una pequeña nave con restos de una alcoba o pequeña habitación
en cada extremo de 1,65 y 1,77 m de anchura, separada por la estancia central por gruesos muros de 35 cm.
Su distribución deriva de un modelo con naves alineadas, representado en
los siglos X y Xl por el baño próximo a la Mezquita cordobesa y el Bañuelo granadino. Los Baños virgitanos se asemejan a otros levantados entre los siglos Xl y XII, como el de Villadompardo (Jaén) o de la judería (Baza). En realidad el modelo continúa y tiene, en general, una imprecisa cronología, pues ésta se obtiene por elementos decorativos aquí
desaparecidos.

Tipología y Funcionamiento



Aunque la casa de baños era de gran importancia para la salud pública, parece claro que respondían a tres tipos de necesidades interrelacionadas en el mundo musulmán La higiene no se practicaba por motivos de salud corporal y embellecimiento sino para cumplir el deber religioso de las abluciones rituales y la limpieza espiritual. La inmensa mayoría de la población los utilizaba una vez a la semana, antes de la oración mayor del viernes. En ellos, por tanto, se adoptaba una actitud de compostura, decencia y recatamiento, lejos de la sensualidad con que los caracterizó la fantasía romántica occidental. El baño árabe era un lugar de relación social, donde relajadamente se podría conversar y beber infusiones tonificantes y se encontraba alternativamente abierto para hombres y mujeres. Normalmente en sus vestíbulos, se celebraban fiestas (banquetes, bodas...) y ceremonias ( circuncisiones...) y se convertían en animados cenáculos y mentideros. Allí también había masajistas y barberos. El baño era imprescindible para adquirir el concepto islámico de civilización, con el cual las simples aldeas refinaban sus costumbres y adquirían rango y preeminencia.